NO TE QUEJES

La queja es algo común en el ser humano y se desprende de un corazón poco agradecido.

Sin darnos cuenta las veces que nos quejamos estamos menospreciando lo que hoy tenemos, solemos compararlo con lo que algunas ves tuvimos y “fue mejor” sin ver la verdadera bendición que hoy gozamos.

Un ejemplo claro de esto lo encontramos en la historia del pueblo de Israel: habían visto la mano de Dios sobre ellos, habían sido libres luego de más de cuatrocientos años de esclavitud, estaban siendo alimentados por alimento que literalmente caía del cielo (maná), eran guiados por Dios, de día y de noche, sin embargo, su humanidad los llevó a concentrarse solo en aquello que ya no satisfacía su carne y desviaron su mirada de lo que realmente importa: “La mano de Dios” sobre nosotros. (Números 11).

Muchas veces somos como este pueblo, se nos olvida fácilmente lo que Dios ha hecho y hace por nosotros. No estamos conscientes que lo que hoy tenemos es porque así Dios lo ha determinado, la mayor bendición es saber que lo que tenemos ha venido de la mano de Dios, él nos sustenta, sea poco o mucho. Yendo más allá, la mayor bendición ha sido nuestra libertad, así como libró al pueblo de Israel, también nos ha librado a través de su gracia e infinito amor, por medio de su Hijo Jesús:

…y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.

Nosotros somos descendientes de Abraham —le respondieron—,

nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Qué quieres decir con “los hará libres”?

Jesús contestó:

Les digo la verdad, todo el que comete pecado es esclavo del pecado.

Un esclavo no es un miembro permanente de la familia, pero un hijo sí forma parte de la familia para siempre. Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes son verdaderamente libres.

Romanos 8: 32 – 36.

Mientras estamos concentrados en las cosas materiales, en lo que falta o no, dejamos de ser agradecidos y esa actitud desagrada a Dios. El pueblo de Israel estaba pidiendo carne porque estaban cansados del maná, y reprochaban a Dios la variedad de comida que tenían cuando eran esclavos: el pescado, los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas, los ajos, lo que estaban diciendo era: “Prefiero la esclavitud, que tu libertad”.

¿Cuántas veces con nuestras acciones le hemos dicho lo mismo a Dios? Menospreciamos las pruebas, los momentos de enseñanza y crecimiento, porque lo que Dios precisamente estaba haciendo era probar el corazón de este pueblo. Cabe destacar que Dios no nos prueba porque no sabe que hay en nuestros corazón, de hecho él ya conoce nuestra reacción, sino por el contrario, nos prueba para que nosotros mismos nos percatemos de lo que hay en nuestro corazón y pongamos nuestra emociones y prioridades en orden. Para que reconozcamos que lo más grande ya lo tenemos. (Deuteronomio 8:2-3).

Dios quiere bendecirnos y tiene el poder para hacerlo hasta que sobreabunde, pero depende de nosotros, de reconocer que ya lo hemos ganado TODO a través de JESUCRISTO, de su muerte y resurrección, de su GLORIA que hoy puede estar dentro nuestro si lo aceptamos en nuestro corazón.

Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo,

quien nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo.

Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó

y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos.

Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su familia

al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo.

Eso es precisamente lo que él quería hacer, y le dio gran gusto hacerlo.

De manera que alabamos a Dios por la abundante gracia que derramó sobre nosotros,

los que pertenecemos a su Hijo amado.

Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y perdonó nuestros pecados.

Él desbordó su bondad sobre nosotros junto con toda la sabiduría y el entendimiento.

Efesios 1: 3 – 8.