ANTES DE LA LUNA NUEVA
La luna, lumbrera menor como es llamada en la palabra de Dios (Génesis 1:16) atraviesa por diferentes fases que dependen de su posición respecto a la tierra y el sol. Lo que vemos no se debe a la ausencia de luz en la luna, sino a su parte visible desde la tierra. Estas fases ocurren gradualmente y es curioso que justo antes de la luna nueva (7 días para ser exactos) hay una fase llamada cuarto menguante en la que la luna está iluminada hasta la mitad y va disminuyendo hasta quedar oscura e iniciar un nuevo ciclo.
Así como la luna atraviesa por diferentes fases que determinan su parte de luz delante de los hombres, espiritualmente hablando, también existen fases en nuestra vida que nos llevan a nuevos ciclos y a una vida nueva. Es necesaria la oscuridad para poder alcanzar lo que Dios tiene para nosotros, para ser nuevas criaturas (2 Corintios 5:17) y estar llenos de su presencia (Romanos 8:9-11). En estos periodos “oscuros” es cuando entendemos que nuestra luz no depende de nosotros sino de Jesús, él siempre está lleno, depende de la posición que tomemos delante de su presencia. Si somos conscientes de que es necesario menguar para que él crezca.
En alguna oportunidad, Juan, uno de los discípulos de Jesús dijo las siguientes palabras: Es necesario que él crezca para que yo mengue. Juan 3:30.
Dichas palabras fueron mencionadas por Juan en un momento en el que los judíos se preocupaban porque ese Jesús que le acompañaba estaba tomando su lugar, sin saber que precisamente se estaba cumpliendo la voluntad de Dios en la vida de Juan. Este ya había preparado a un pueblo dispuesto y un camino para el Señor (Lucas 1: 16 - 17). Para estos judíos el hecho de que Juan ya no estuviese al frente representaba un momento de oscuridad, pero en realidad lo que se avecinaba era un gran momento de luz. ¿Qué mayor luz que ver la voluntad de Dios hecha en nuestras vidas? A pesar de que para algunos parezca oscuro, no quiere decir que lo esté, simplemente es parte del proceso, estás entendiendo que es el momento de menguar para que él crezca en ti, a pesar de la incomodidad o dificultad que encuentres en el camino. De eso se trata, de que Jesús tome nuestro lugar.
Muchos quieren estar llenos de Dios, pero no se atreven a dejar que él crezca. No se atreven a vivir esos momentos “oscuros”, incómodos para el mundo, incluso para nosotros mismos; esos momentos en los que pareciera no haber luz, pero en realidad estás encontrando y llenándote de la luz de Cristo. Así como la luna, no es que deje de alumbrar cuando está en una fase diferente a la luna llena, sino que solo estamos viendo una porción de ella.
Qué importa que porción de la luna está viendo el mundo en ti, lo importante es que cada fase la vivas con la consciencia de que es parte del proceso, que brilles con la luz de Cristo, y para eso es necesario Menguar.